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James Hinchcliffe abre la caja de pandora: ”no todo es de color rosa en IndyCar”
9/26/2018


Un artículo de opinión firmado por James Hinchcliffe en RACER ha abierto la caja de los truenos en Estados Unidos. El piloto canadiense reflejaba que pese a cumplir un sueño al convertirse en piloto de IndyCar, no todo es de color rosa y echa de menos una asociación de pilotos que asegure aspectos tan básicos como un salario mínimo o seguros médicos y de defunción. Sin embargo en su texto casi tenía que pedir perdón por mencionar la palabra “sindicato”.

A raíz de las palabras de Hinchcliffe no está de más recordar un par de anécdotas que vinculan sindicalismo y automovilismo en los Estados Unidos. La primera de ellas se refiere a cómo alguien tuvo la osadía de intentar crear un sindicato en la NASCAR cuando aún ésta era 100% sureña, con todas las connotaciones que ello implica. El ‘héroe’ fue Curtis Turner. ¿Conciencia de clase? No encajaba precisamente en el perfil este multidisciplinar piloto, bebedor y mujeriego como tantos otros.

Lo cierto es que Turner y Bruton Smith casi se arruinan al abrir el Charlotte Motor Speedway y al piloto no se le ocurrió otra cosa que reclamar un mayor trozo del pastel para los payasos del circo. Sólo otro piloto secundó su proyecto de sindicato, el excampeón Tim Flock, ya camino de la retirada. Bill France no se anduvo con chiquitas e impuso a ambos un veto de por vida, que Turner llevó ante los tribunales y terminó siendo levantado cuatro años más tarde. Eso sí, el sindicato cayó en el olvido. Turner falleció en un accidente de avión en 1970, pero su socio Smith siguió al frente del Charlotte Motor Speedway y con la empresa SMI, propietario de un gran número de circuitos que terminó años más tarde denunciando la NASCAR por prácticas monopolísticas al beneficiar a los trazados de su propiedad…

Hubo otro sindicato relevante en el mundo de las carreras al otro lado del charco, aunque de forma aún más atípica. El presidente de la Asociación Internacional de Maquinistas y Obreros Aeroespaciales, William W. Winpisinger, era un gran aficionado a las carreras y pensó que patrocinar carreras de IndyCar era una buena estrategia de promoción para su sindicato. Sin embargo tras un par de temporadas como patrocinador decidió ir un paso más allá y fundar equipo propio: Machinists Union Racing.

Nueve años duró la aventura, entre 1981 y 1990. Casi siempre con pilotos de nivel y miembros del equipo afiliados al sindicato. Y aunque cosecharon algunos resultados notables, como todo un podio de Kevin Cogan en Long Beach en 1988, si por algo es recordado el equipo es por su postura crítica hacia la CART y la escalada de costes que terminaría provocando el fin del equipo.